LA MEDIACIÓN: Reto y oportunidad para la Procura

LA MEDIACIÓN: Reto y oportunidad para la Procura

Permítanme comenzar con un pasaje de un famoso cuento, que pronto reconocerán, en donde la protagonista, Alicia, pregunta: “¿Podrías decirme, por favor, ¿qué camino debo seguir para salir de aquí?”. “Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar”, le contestó el gato.

¿Dónde queremos llegar?

Es preciso dibujar aquellos lugares que los pro- curadores tenemos que recorrer para despejar el horizonte de nuestra profesión, para seguir con- quistando el futuro. Por eso, en la ruta de nuestra existencia es imprescindible hablar de mediación, hablar de esa otra manera de resolver los conflictos y del papel que desempeña nuestra Institución de Mediación.

Y os confieso que lo digo absolutamente convencida de las bondades de la mediación, que es necesario conocer no solo como personas que vivimos en sociedad y tenemos desencuentros o conflictos propios de nuestra convivencia, sino también como profesionales del derecho que nos dedicamos a resolver los problemas jurídicos de la gente. Desde esta última perspectiva, cuantos más instrumentos tengamos en nuestra “caja de herramientas” más cosas podremos arreglar. Obviamente, “si solo tengo martillo, todo lo intentaré arreglar a martillazos”.

Si de resolución de conflictos se trata, la Procura no puede mirar para otro lado porque la mediación es una forma de tutela judicial efectiva con la que estamos plenamente comprometidos, siendo el perfil del procurador uno de los que más se adaptan a la esencia y a los principios propios de la mediación.

Con esa convicción, el Consejo General de Procurado- res de España (CGPE), nuestra casa común, apostó fuerte al crear su propia Institución de Mediación.

Ya en diciembre de 2012 el pleno del CGPE aprobó por unanimidad ponerla en marcha y nombró una comisión para ello. Tras un año de trabajo, se inscribió en el Ministerio de Justicia, hace ya más de siete años. Quiero hacer un especial reconocimiento a las personas que lo hicieron posible, entre otros Francisco Cerrillo, Cristina Goicoechea, hasta ahora su presidenta, Mónica Navarro-Rubio y Rita Goimil.

Esa Institución ha ido caminando como un gran para- guas para todos y cada uno de los procuradores-mediado- res de toda España, difundiendo la mediación, formando procuradores e intentando abrir oportunidades de trabajo para nuestro colectivo dentro de este campo.

Esa primera etapa de la Institución ha concluido. Comenzamos otro ciclo, porque en esta vida siempre estamos en continuo movimiento, y como alguien dijo “lo único que no cambia es el cambio”. Los procuradores del siglo XXI debemos adaptarnos a los cambios, a la nueva situación servida por las demandas de la propia sociedad, que quiere ser escuchada, y por las reformas legislativas que están a la vuelta de la esquina, sin ir más lejos el anteproyecto de Ley de Eficiencia Procesal que tanto se está comentando.

En ese anteproyecto se habla, como saben, de la mediación como uno de los mecanismos adecuados de solución de controversias.

Evidentemente, no podemos olvidar que, aunque la mediación tiene muchas bondades, no es la solución a todo, se debe analizar el conflicto para poder determinar la forma de resolverlo. Pero es una realidad que este ante proyecto de ley contempla la mediación como requisito de procedibilidad en algunos su- puestos y, en cualquier caso, influye en la reducción o exoneración de las costas. Eso hace pensar que las solicitudes de mediación van a aumentar considerablemente, aunque solo sea por interés económico.

Por otro lado, en los tiempos revueltos en los que vivimos, lo que nos toca es colaborar, no competir.

Es necesario prepararse personal e institucionalmente, y por eso la Institución de Mediación del CGPE va a seguir trabajando en esta nueva etapa para ganar el futuro (que “es de aquel que sea capaz de seducirlo”) y también para cumplir con tres grandes objetivos, aprovechando las oportunidades que nos brinda la realidad en la que vivimos:

a) Ser colaboradores necesarios en la innovación del sistema

b) La posibilidad de enriquecernos personalmente con una formación en la cultura de la paz, la comunicación y las técnicas de negociación.

c) Oportunidad laboral, ofreciendo al cliente un servicio diverso.

Llegados a este punto, algunos de ustedes pueden seguir pensando que nunca se dedicarían a la mediación, o que real- mente no sirve de nada; es perfectamente legítimo, una de las cosas que nos enseña la mediación es separar a las personas del problema, podemos discrepar sin que suponga una ruptura personal. Son sumamente enriquecedores los diferentes puntos de vista si se saben integrar.

A pesar de que alguien pueda creer que la mediación es una amenaza para nuestro trabajo, debemos de poner las “luces largas” y pensar que o aceptamos el reto y la oportunidad que las futuras reformas legislativas suponen, el reto y la oportunidad que la mediación nos brin- da, o simplemente estaremos fuera de esa posibilidad de trabajo, que indudable- mente va a existir, sin que sea negociable.

Y por supuesto, los procuradores por el camino de la mediación también vamos a participar en el cambio social que implica la cultura de la paz, ese otro objetivo de desarrollo sostenible de la agenda 2030, concretamente el dieciséis: promover so- ciudades  justas, pacíficas e inclusivas.

“No basta con hablar de paz, uno debe creer en ella. Y no es suficiente con creer, hay que trabajar para conseguirla”.

Eleanor Roosevelt ❚



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